Fecha
1 de septiembre de 2018
Nos hemos propuesto, como meta para este año, promover y amplificar la voz de doce poetisas chilenas. Ellas tienen algo importante que decir en relación a temas transcendentales de la sociedad en la que vivimos.
ISIDORA VICENCIO ANDAUR (Puerto Cisnes, 1992)
Nace en el pueblo de Puerto Cisnes de la Patagonia Chilena. Estudia Bioquímica en la Universidad Austral de Chile de Valdivia. En el año 2016 publica el plaquette de poesía “Primeras Casas” en la editorial Caletita (Monterrey, Nuevo León, México). También antologada en “Contramarea” (2012, Editorial Summa, Lima, Perú) y en “Escritores en el Zaguán tomo III” (2016, Editorial La Tregua, Concepción, Chile). Algunos de sus poemas se encuentran disponibles en formato digital en la revista electrónica de literatura “Círculo de poesía” (México, 2014). Su publicación más reciente es el poemario «Casas enterradas» en la editorial LAR (Concepción, Chile).
¿Con qué color relacionaría su mes? En este caso septiembre
Septiembre, supongo que rojo. Septiembre “el mes de la patria”. La bandera donde el rojo siempre ha sido el color que más recuerdo. El color de la sangre. Pero también es el color de algunos frutos primaverales, el color de la fertilidad. El amor y la guerra en septiembre.
¿Qué sentimiento le sugiere la cultura?
Un sentimiento de alivio, felicidad y placer. Pero al mismo tiempo miedo, porque en países como el nuestro, hijos/herederos de las potencias capitalistas, la cultura se ve tremendamente amenazada ya que a través de ella las personas podemos cuestionarnos todo, incluidas las formas de gobierno.
¿Y la educación?
La educación en este país me produce profunda tristeza y decepción. La educación es enseñar a vivir, la información está en los libros. No podemos decir que entregar información y esperar que quien la escucha la repita tal como lo dice quien la emite es educar. Mucho menos estimular la competencia entre los pares se puede llamar educación. Sospecho que no sabemos lo que es educar por lo que es tremendamente importante que nos cuestionemos cómo estamos abordando esta necesidad básica.
Empezar a escribir un poema es como plantar una semilla, pones el lápiz en el papel y todo comienza a brotar. ¿es así? Por tanto, ¿con qué tipo de planta, árbol o flor relacionaría su poema publicado?
Pienso que no es tan así. Empezar a escribir un poema a veces es algo donado, algo que viene de lo oculto, a veces ni el poeta sabe de donde vino. Es como escuchar voces y hay que estar atento para oírlas. Para mí, no es que yo como escritora sea quien plante la semilla. Hay una semilla que descubro, que re-conozco, a la cual mi alma se ha aferrado mucho antes que mi conciencia. Por alguna razón, el Roble es un árbol que representa bien el desarrollo del acto creativo para mí. El Roble es un árbol de la tierra de donde vengo. Es un árbol noble y duradero. Firme y amigable. Habita a veces en soledad o con algunos pocos, pero un bosque de robles viejos es tan hermoso que solo basta guardar silencio, respirar y escuchar.
Se considera una mujer de ¿fuego, tierra, agua, aire o algún otro elemento?
Me considero una mujer hecha todos los elementos. He tenido encuentros con cada elemento en particular en distintos momentos de mi vida, donde he aprendido a asimilarlos y usarlos. Soy cuerpo de la tierra, hecha de agua. El fuego y el aire brotan de mi espíritu y mi espíritu brota de ellos.
Conecte las artes con un olor, y explique el porqué de esa conexión.
Pensaré en mi olor favorito. Desde mi subjetividad, de la que no puedo escapar. Porque el arte es mi cosa favorita en el mundo. El olor que escojo es el de las hojas de Tepa, que al quebrarse expelen un aroma dulzón, tremendamente placentero, que invita a cerrar los ojos para entregar todos los sentidos a su posesión. Ese olor que viene del bosque lluvioso, de donde pertenezco, es el olor de mi hogar. El arte es el hogar de mi espíritu. La naturaleza es auto poiética, como lo somos nosotros y el arte es una manifestación de esa poiesis.
¿Qué significa ser mujer para una poetisa chilena?
Pienso que la palabra es poeta, la distinción de género es innecesaria para una palabra que no la tiene. Poeta. Mi cuerpo solo ha conocido su forma de mujer. Nací con ovarios y todo lo que esto implica. Entendí la diferencia de ser mujer en la adolescencia, desde mi cuerpo. Luego comencé a entender la diferencia de ser mujer desde mi posición en la sociedad, desde el tristísimo y profundo arraigo patriarcal en nuestra cultura. Recuerdo que de niña no me gustaba ser mujer, porque significaba que no me dejarían participar de las actividades de los niños y no me sentía reconocida intelectualmente, por lo que renegaba un poco de mi sexualidad. Ahora entiendo que tengo el derecho de hacer y pensar lo que me parezca justo y ser mujer no es un impedimento, al menos yo no me impongo ese impedimento a mi misma ni a nadie. Ser mujer me ha llenado de contradicciones; desde lo que socialmente debiera ser el “comportamiento de una mujer” como el qué vestir, qué decir, qué no decir, cómo reír, cómo enfrentar la sexualidad, la maternidad, etc. Sin embargo, nunca he sentido que deba ganar algún reconocimiento especial en ningún área por ser mujer. No quiero ni compasión ni migajas. Mi inteligencia no se debe a que soy mujer ni tampoco mi arte se debe a que soy mujer. Todo lo que hago se debe a que soy lo que soy, que es una cuestión que va más allá del género, viene desde mi humanidad. Ser mujer es una parte de mi humanidad, como también lo es ser chilena, ser patagona, ser hija, ser hermana, ser amiga, y así. Pienso que todos los individuos merecemos reconocimiento en nuestro quehacer en tanto que la calidad de este sea elevada. Habemos muchos individuos que trabajamos duramente por conseguir elevar la calidad de nuestro quehacer, algunos lo consiguen, otros no. Ahora, no puedo hacer como que no pasara nada respecto a la falta de reconocimiento de altos quehaceres realizados por mujeres en este país. Es un hecho que por motivos nefastos, los quehaceres artísticos, intelectuales, laborales, entre muchos otros, de mujeres chilenas (y por qué no, del mundo) han sido escondidos, cubiertos, silenciados y menospreciados. Esto no lo entiendo. No puedo asimilar que en el siglo XXI, año 2018, donde enfrentamos una nueva era cultural, donde hablamos de hiperculturalidad, de una revolución científica, de una evolución cultural, siga existiendo este conflicto patriarcal. Tal vez eso es indicio de que no estamos evolucionando tanto como creemos. Me entristece una sociedad así. ¿Cómo pedir que no manifestemos nuestro descontento con estas injusticias?
¿A quién dedicó su primer escrito?
A nadie.
Si tuviera que referirse a usted como un animal, ¿cuál escogería?
Siempre he deseado sentirme como un puma, gran felino de las montañas. Silencioso, observador, fuerte, temible, pero tímido. Sin embargo, creo que soy más como un ciervo.
Relate unas breves líneas, improvisadas, dedicadas a este centro cultural
Tengo mucha gratitud hacia el centro cultural por darnos la oportunidad de decir lo que pensamos y de compartir nuestro arte. Me pone muy contenta que existan espacios donde se resguarden las manifestaciones de la conciencia humana como lo que es, un tesoro. Desde Valdivia, y desde las provincias les digo que nos hace falta este apoyo, lo tomamos y lo agradecemos.