El cambio climático como una oportunidad para construir una mejor calidad de vida

Las medidas inmediatas que podemos implementar frente al cambio climático, cómo la unión de disciplinas ayuda a mitigar y a adaptarnos a sus efectos, el rol que jugarán el arte y la cultura y si basta con la ciencia para convencer fueron algunos de los temas que conversamos con Maisa Rojas, académica de la Universidad de Chile, experta en cambio climático y directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2).

Fundación Mar Adentro: Qué es lo que te llevó a especializarte en el estudio del clima? ¿Una experiencia en la naturaleza? ¿Un profesor?
Maisa Rojas: No, la verdad es que trabajar en clima se fue dando de manera independiente a un evidente interés por la naturaleza, o sea, eso siempre lo he tenido, pero yo diría que hasta hace muy poco era algo separado, del mismo modo que yo tenía una vida privada. Entonces, me gustaba acampar, la naturaleza, y al mismo tiempo trabajaba en una oficina. Y como yo estudié física, claro, no escogí la carrera porque tuviese un interés en la naturaleza, sino que se fue dando. E incluso por mucho tiempo, dentro del ámbito del clima, yo trabajaba con modelos nada más, así es que tampoco. Porque hay algunos climatólogos que van al terreno y te sacan datos, etcétera, pero yo ni siquiera eso.

El cambio climático se ha presentado como un fenómeno muy complejo que debe enfrentarse desde muchas disciplinas y de manera transversal. ¿Crees que las soluciones para mitigación y adaptación han comenzado a abordarse de manera más transdisciplinaria, o aún falta para lograrlo?

Buena pregunta. Yo diría que depende a quién le preguntes, definitivamente se está complejizando la respuesta o las preguntas para encontrar las soluciones. Para enfrentar las causas del cambio climático tenemos que mitigar, lo que significa eliminar los combustibles fósiles de nuestra vida y una parte súper grande de ese problema es básicamente dejar de quemar petróleo, carbón, metano y comenzar a usar energía renovable. Esa es una parte bien grande del problema y es bueno que sea así, porque esa parte como que es la parte fácil, pero como tú ves es tecnológica, finalmente. Entonces, yo creo que se cae en la tentación de pensar que este es un problema tecnológico, y eso es un poco engañoso. Ahora, para la parte de mitigación en particular, están apareciendo otros temas que son complementarios, que son estas llamadas soluciones basadas en la naturaleza, que ayudarán a reducir las emisiones. O más bien es ayudarle a la naturaleza a hacer el trabajo que hace por nosotros, que es sacar CO2 de la atmósfera a través del proceso de fotosíntesis. Básicamente, ayudar en su rol en el ciclo del carbono. Y claro, cuando uno piensa en ese tipo de soluciones, ahí ya en general es mucho más interdisciplinario. Yo diría que en adaptarnos al cambio climático hay un reconocimiento de que esas son decisiones que se toman localmente, que se tienen que contextualizar en la región, etcétera. Por lo tanto, ahí de forma más natural entra el estudio interdisciplinar. Tenemos que hacer las dos cosas (mitigación y adaptación) y tenemos que hacerlas al mismo tiempo, y eso requiere de transformaciones bien profundas en prácticamente todos los ámbitos de nuestro quehacer, y ahí sí que una se da cuenta rápidamente de que esto no se va a hacer con tecnología, esto requiere de todas las disciplinas.

¿Y qué opinas de todo el proceso que ha vivido el mundo con la pandemia? ¿Ha ayudado o ha perjudicado la visión de cambio de paradigma en la manera en que vivimos?

Uf, no tengo la respuesta. Si tú me hubieses preguntado el año pasado, cuando todavía estábamos full en la pandemia, yo te hubiera dicho que la pandemia iba a ayudar. Ahora que ya estamos saliendo de la pandemia…, aunque nunca se sabe. Sí, o sea, la pandemia muestra lo interconectados que estamos, o que se requiere un trabajo súper mancomunado. Creo que realmente se ha demostrado que cuando la ciencia se une y quiere hacer las cosas rápidamente, tenemos cinco o seis vacunas en tiempo récord. De hecho, yo diría que lo que nosotros hicimos el 2019 de convocar a estos 600 científicos y científicas a través del Comité de Cambio Climático, que fue una buena sorpresa para nosotros de que hubiesen tantas personas que trabajan en el tema y que además, fueran tan generosas en su tiempo, energía y conocimiento. Creo que algo muy similar ha ocurrido en Chile con la pandemia. Todos los laboratorios que se han puesto a disposición para hacer PCR, por ejemplo. Así que yo diría que debiera, de todas maneras, hacernos reflexionar. Pero como siempre, y así es la vida, todavía no está claro qué tanto ayudará la pandemia.

Es verdad, la capacidad que tenemos para solucionar cosas una vez que se presentan como urgencias es muy grande, funciona muy rápido.

Muy, muy rápido, y cambiamos nuestro modo de vida. Porque esa es otra, se dice que los cambios culturales son lentos, ¿verdad? Pero en estas circunstancias cambiamos nuestra forma de vivir de una manera muy radical, muy rápidamente.

¿Cómo te imaginas que la sociedad chilena podría educar sobre el cambio climático en los próximos años? ¿Cómo te gustaría que se aborde el cambio climático?

A mí me gustaría que viéramos el enfrentarnos al cambio climático como una tremenda oportunidad para construir una mejor calidad de vida para todos los chilenos y chilenas. Eso incluye muy notablemente la manera en que vivimos en nuestras ciudades. Creo que ahí hay tremendas oportunidades, y también en general cómo nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza. El tema de las ciudades yo creo que es muy importante, porque a nivel mundial más de la mitad de la población vive en ciudades y en Chile el 90% de los chilenos vive en ciudades. Y muchas de nuestras ciudades están muy contaminadas, tienen un montón de problemas. Y enfrentar el cambio climático, por ejemplo, va a significar sacar todos los autos contaminantes y cambiarlos por buses y autos eléctricos, o un montón de cosas que finalmente harán que nuestras ciudades sean más limpias, más amables, más agradables para vivir. Entonces, me gustaría que esa fuese la manera en que lo vivamos porque creo que es como un resultado, algo muy tangible: el lugar donde yo vivo cambia de lo que es ahora a otra cosa que puede ser mucho mejor, eso me parece que ayuda a que la gente se comprometa y trabaje por la solución.

Y la cultura, en ese sentido, ¿qué tipo de aportes puede hacer para promover acciones en temas de cambio climático?

Yo creo que hay que darse cuenta que para el cambio climático, como para los otros problemas complejos, no hay una bala de plata, no hay una solución fácil, y a veces la gente lo que quiere es eso, como “ya, ¿qué acción hay que realizar?, o “dame tres cosas que hacer”, y ya está. Y, lamentablemente, la respuesta es “bueno, no hay dos o tres, son todas”. Pero sobre todo porque hay que convencer. Hay que convencer, y Juan Carlos (Juan Carlos Muñoz, investigador del CEDEUS) dice, por ejemplo, que hay que convencer la cabeza, pero también el corazón, las emociones. Y es la cultura y el arte los que nos mueven esas partes de la vida, entonces creo que es fundamental. Y además yo creo que la cultura y el arte siempre han estado presente para mostrarnos problemáticas sociales. Así que yo esperaría que jueguen un rol importante.

En términos de mitigación, ¿qué acciones individuales sientes tú que pueden contribuir?

Bueno, hay varias que yo creo que pueden contribuir para los que toman ciertas decisiones. A mí, ¿sabes lo que me gustaría? Me gustaría que hubiese un entendimiento, un compromiso que cualquier viaje que uno haga de menos de, no sé los números, pero por ejemplo, dos kilómetros, que siempre se escoja hacerlos caminando. Y a menos de cuatro kilómetros siempre uno escoja hacerlos en bici, ¿ok? Porque trae muchos beneficios. Supongamos que yo tengo un auto, una bicicleta y también puedo caminar. Que lo natural para mí sea que si es menos de cuatro kilómetros agarro la bici, o si no camino, y si es más que eso, tomar el auto, pero que esa sea la mentalidad. Creo que cambiar la manera en que la ciudad funciona es bien importante. Después, lo otro que ayuda también es el tema de la comida, de no botar la comida. Un tercio de la comida a nivel mundial se bota o se pierde. Obviamente es desde el agricultor hasta tu plato, pero yo creo que por lo menos la parte del supermercado, de La Vega hasta tu plato, esa parte uno debería hacerse responsable y evitarla. Así que ahí hay como dos acciones que pueden ayudar.

Chile tiene planes nacionales de adaptación y planes sectoriales, pero dada la emergencia que se vuelve a enfatizar en el último informe del IPCC, ¿en qué aspecto tú pondrías el acelerador en temas de adaptación?

Muy buena pregunta. Lamentablemente la historia es que tenemos planes de adaptación hace tiempo. El primer plan de adaptación es del sector silvoagropecuario y duró 5 años y la Contraloría lo miró después, una vez que ya había pasado el plazo de implementación y escribió un reporte que fue lapidario, dijo que no habían hecho nada. Entonces, claro, hay trabajo y me consta que la gente hace su trabajo, pero finalmente no pasa nada, eso es triste. Eso debería cambiar, espero, cuando tengamos una ley de cambio climático, porque ahí se le va a exigir y habrá responsabilidades y atribuciones. Por ahora las cosas funcionan un poquito como por buena voluntad y esa buena voluntad llega hasta ahí nomás cuando realmente hay que implementarla. Yo creo que lo que necesitamos para el futuro cercano es tener muy comprometido al Ministerio de Hacienda. Claro, el Ministerio de Medio Ambiente puede empujar las cosas, pero si tenemos un Ministerio de Hacienda que entiende que esto es un programa de desarrollo para los próximos 30 años y le pones el acelerador, ahí sí que vamos a ir volando. Es otra cosa. Bueno, no respondí la pregunta directamente, pero es evidente que obviamente el tema más crucial es el del agua, es donde hay que realmente resolver las cosas, pero también es el tema más difícil.

En un plano un poquito más simbólico, si se quiere, la mitigación y la adaptación al cambio climático se plantea metafóricamente como una lucha o una carrera de obstáculos, como algo muy difícil, y así es fácil caer en la resignación, como sentirse un poco de desesperanzado ante la situación. ¿Qué mirada crees tú que es la más adecuada para comunicar el fenómeno?

Sí, buena pregunta, siempre aparece el tema de que hay que transmitir una mirada más catastrofista, ¿verdad? Y ahí los psicólogos te dicen que claro, uno tiene que urgirse un poco para actuar. Pero de repente, cuando el panorama se ve tan negativo, produce inacción. Como que uno se va con los brazos caídos. Yo creo, me imagino que depende un poco de la persona. Hay gente que tiene mayor capacidad, que cuando ven una catástrofe se movilizan, y otros, en cambio, no. Pero yo diría que tiene que ser una genuina preocupación que nos lleve a la ocupación. Yo personalmente prefiero la visión más bien positiva, de que todos estos cambios nos van a resolver, si se hacen bien, muchos problemas al mismo tiempo.

¿Por qué crees que esa urgencia no se ha traducido en acciones más comprometidas a nivel mundial?

Bueno, a nivel mundial, es más o menos fácil la respuesta, y es que los combustibles fósiles están en todos lados. Entonces, es realmente una transformación muy profunda. Y las corporaciones son muy poderosas y se las han arreglado para tratar de esconder esa realidad. Es así de simple.

La última pregunta es sobre el Observatorio de Cambio Climático del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Es sabido que hay una brecha importante de investigación, datos y conocimiento entre los hemisferios norte y sur. ¿Cuáles consideras que son los mayores desafíos para cerrar esa brecha?

Pensar en el largo plazo. Tener una planificación de largo plazo, eso es lo más importante. No tiene sentido tener datos por un año, dos años, ya que cuando uno habla de cambio climático está hablando de cambio de tendencias de largo plazo. Y para eso se necesita una institucionalidad que esté a cargo y que sea capaz de tomar esos datos y guardarlos y ordenarlos, mantenerlo y compartirlo por muchos, muchos años, ese es el valor. Así es que bueno, ahora que tenemos un Ministerio de Ciencia, tenemos la posibilidad de pensar en ciencia en el largo plazo, porque antes era imposible, era una agencia que tenía poquita capacidad de planificación de largo plazo, así que esperamos eso. Además, la formación de un científico o una científica se demora mucho tiempo, no es algo de tres años. Son muchos años, está todo realmente relacionado con la capacidad de largo plazo, pensar a largo plazo. Y frente al cambio climático, también.

Al menos en el aspecto institucional, en que ya está el Ministerio de Ciencia, sientes que se ha avanzado importantemente, ¿no?

Habrá que ver ahora. En teoría, sí. Pero en la práctica tenemos que verlo. Puede que sí, pero tampoco es algo que se resuelva en uno o dos años. Ahora con el cambio de Gobierno podremos evaluar si efectivamente se van a mantener ciertas políticas, como yo esperaría. Así que es una prueba, una pequeña prueba. Habrá que ver.


Maisa Rojas
Licenciada en Física de la Universidad de Chile y Doctorada en Física de la Atmósfera de la Universidad de Oxford, Inglaterra, con un Postdoctorado en la Universidad de Columbia, EE.UU. Ha participado en paneles de expertos en varios proyectos de construcción de políticas públicas para abordar el cambio climático y es autora principal del quinto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (AR5, IPCC, 2013). Actualmente es profesora asociada de la Universidad de Chile. A lo largo de su carrera ha desarrollado dos áreas de investigación principales: paleo clima y de cambio climático regional. Maisa es investigadora del (CR)2 y académica del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile. En marzo de 2018 fue nombrada por la Presidenta Michelle Bachelet como representante de la Presidencia de la República para la Comisión Asesora Presidencial Permanente de Cambio Climático.

El collage fue realizado por María José Garcés @grietavisual

Esta entrevista fue publicada el 24/10/2021 en la web de la Fundación Mar Adentro 

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