Segunda jornada de reflexión en torno a la Inteligencia Artificial, organizadas por el Centro Cultural de España en Santiago (CCESantiago) y comisariado por Gonzalo Golpe, que, en esta ocasión, busca desmontar estos trucos de ilusionismo.
Para ello, cuenta con la participación de José María Lasalle, Ana Valdivia y Andrés Maximiliano Tello. En sus ponencias nos hablarán de la mitología de la IA, de la cadena de suministros que la hacen posible, del colonialismo de datos y de los nuevos marcos que esta tecnología instaura en términos de biopolítica.
El entramado de la IA es un reflejo invertido de aquello que podía haber sido y tal vez nunca será. Esta tecnología podría utilizarse para desacelerar el cambio climático, pero quienes la controlan ya han dado por perdido el planeta, por eso buscan poblar las estrellas.
Los dueños de las megacorporaciones, que reciclan ideas de novelas de ciencia ficción, nos quieren colonizando el mañana, en un sueño de expansión al que llaman transcendencia cuando quieren decir depredación. Tránsfugas de lo humano y lo natural. Jinetes eléctricos en la onda de un shock que ellos mismos han generado. Ante el colapso, su respuesta es ir cada vez más rápido. “Hasta el infinito y más allá”, que diría Buzz. ¿O tal vez fue Bezos cuando presentó Blue Origin?
Como en el mundo detrás del espejo, ya no basta con correr para mantenerse en el sitio: ahora has de doblar tu velocidad para llegar a destino. Lo que importa ya no es el tiempo, sino el ritmo. La historia geológica de la Tierra está siendo extraída para servir a una fracción de segundo del tiempo tecnológico, nos avisa Jussi Parikka. Abstraer para extraer, así funciona esta dupla siniestra que nos hace pensar que la nube no consume agua, electricidad y vidas. Una metáfora de tecnología verde oculta la explotación sin responsabilidad. Abstraes las condiciones materiales de la creación mientras sigues extrayendo recursos. La estrategia del trilero.