Cyborg en Laboratorio Biotecnológico

Primera sesión del Laboratorio Biotecnológico con Valeria Radrigán

En la primera sesión del Laboratorio Biotecnológico estuvimos con Valeria Radrigán (CH), quien nos compartió un paneo general de los temas que eran transversales en el laboratorio Biotecnológico a partir de su trabajo de investigación. En él, aborda las relaciones del cuerpo con la tecnología, ciencia y sociedad, el arte contemporáneo y las metodologías transdisciplinares.


  1. Para empezar a contextualizar este espacio, cuéntanos un poco sobre tus proyectos Translab y Cuerpos poliamorosos

Translab surgió en 2010 como el sueño futuro de crear un medialab desde Chile. Me pareció una buena idea partir creando un espacio de conexiones entre personas vinculadas a las artes, ciencias y tecnologías para generar redes, proyectos, etc., además de proponer jornadas de investigación, publicaciones o curatorías. Vi iniciativas independientes y de colectivos que desde Latinoamérica proponían espacios colaborativos en la virtualidad y luego mutaban hacia espacios físicos más complejos. Ninguno de esos sueños se cumplió. Hoy Translab es mi web personal, aunque mantengo las redes y se constituye como una plataforma ficcional para todxs quienes desean plantear proyectos colaborativos en torno a los temas que trabajo: cuerpo, tecnología y sociedad.

Cuerpos poliamorosos es un proyecto más reciente, parte en 2019 con un Fondart de investigación en la línea de nuevos medios, para indagar sobre las representaciones corporales de chilenxs en aplicaciones móviles de citas. Luego se complejizó un poco más con la adjudicación de un fondo posdoctoral de Fondecyt, que me permitió terminar un libro en torno al tema «Siento mariposas en el celular. Cuerpo, afecto y sexualidad y dating apps» (Oxímoron, 2021) y proyectar la investigación hacia la sexología digital y lo que llamo «tecnosexualidad», vale decir, la sexualidad mediada o realizada con tecnologías. El proyecto tiene una web y un Instagram activos.

 

  1. Has tenido una amplia experiencia en abordar el tema cyborg desde diferentes perspectivas, ¿nos puedes dar un acercamiento a este concepto desde la relación entre el cuerpo y la tecnología?

«Todos somos cyborg», dice Donna Haraway en su Manifiesto de 1985. Yo he podido agregar «hemos sido»; el cuerpo humano es una materia en transformación, sus formas y potencialidades solo han sido tales a lo largo de la historia de nuestra especie en relación a los vínculos de exteriorización e interiorización que hemos establecido con objetos técnicos y tecnológicos. Si hay «algo» que define lo «humano» es a mi parecer esta relación simbiótica y de transformación para con la otredad, y la forma que tenemos de lograr esto es a través de mediaciones tecnológicas. La metáfora/figura del cyborg es hermosa para pensarnos como criaturas abiertas, en necesidad de desbordes e hibridaciones, pulsión que encontramos a través de diversos sistemas de representación en distintas culturas y tiempos.

  1. Sabemos que hablas desde un punto de enunciación situado en Latinoamérica. ¿Cómo ves la relación entre naturaleza, tecnología y arte desde un pensamiento que rompa un poco la idea occidental y futurista de estas nociones?

La verdad, no siempre me he situado desde Latinoamérica. Discursivamente, quiero decir, aunque el grueso de mi producción ha sido físicamente desde aquí. Quisiera pensar que el pensamiento que he elaborado tiende a abarcar zonas que más bien nos unen entre humanos y no humanos en un sentido más amplio que solo desde localidades, especialmente atendiendo al contexto cibercultural de metaconexiones en el que nos encontramos. Sin embargo, ciertamente he podido encontrar en Latinoamérica, sus tradiciones y sus creadores, ámbitos interesantes para pensar nuestras relaciones con la tecnología. Quizás desde espacios más colaborativos, menos jerárquicos, en los que la labor manual o artesanal, el conocimiento de los oficios, además del despliegue de los afectos (cosas que son muy corporales, además), nos traen la atención a la dimensión de la experiencia.

Captura de pantalla de la sesión del laboratorio biotecnológico el 25 de septiembre del 2021.
  1. Dentro de tus charlas e investigaciones existen múltiples referencias a «lo trans». ¿Cómo te has acercado a esta noción y qué nos puedes contar sobre ello?

El prefijo trans es algo que he utilizado mucho en mi trabajo, desde la inscripción del mismo dentro de lo «transdisciplinar» al desarrollo del concepto de la «condición trans» que desarrollé en mi tesis doctoral «Tecnomorfosis» para explicar los procesos de transformación corporal con la tecnología. Lo trans alude a algo que está ENTRE. En tránsito, en un cruce, cambiando, en movimiento, siempre transformándose. Desde mi propia formación al desarrollo de mi ejercicio profesional como investigadora del cuerpo, esta condición ha estado siempre presente: me titulé y trabajé muchos años como artista escénica, luego transité hacia la teoría de las artes visuales contemporáneas, de ahí a la filosofía de la tecnología (con mis trabajos sobre teoría cyborg y cultura digital), después a la tecnosexualidad, y actualmente he vuelto a una investigación corporal desde la práctica, certificándome como entrenadora personal de kettlebells. Siempre ha sido un tema difícil la definición y la justificación de lo que hago, de pasar de un campo disciplinar a otro. Tanto es así que en un momento decidí sistematizar, desarrollar e identificarme con lo «transdisciplinar», al punto de que hoy es como la «marca» por la cual mi trabajo es reconocido.


Esta actividad forma parte del proyecto Pichintun de yerbas.
Un programa de actividades culturales que posibilita intercambiar saberes y relatos diversos a través de experiencias grupales que nos vinculan como comunidad en conexión con la naturaleza.

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