Entrevista a Ramón Díaz Eterovic

IV Festival Santiago Negro

El miércoles 21 de septiembre, desde el CCESantiago y en el marco del IV Festival Internacional Santiago Negro, se hizo entrega al escritor Ramón Díaz Eterovic, uno de los máximos exponentes de la novela negra a nivel nacional e internacional, del Reconocimiento Santiago Negro 2022. El galardón fue recibido por el escritor puntarenense de manos del embajador de España, Rafael Garranzo García, en una muy concurrida ceremonia donde amigos, seguidores y público en general acompañaron y aclamaron al célebre autor chileno, llenando el teatro del CCESantiago de energía y calurosos aplausos. Ramón respondió, agradeciendo la distinción, con un emotivo discurso.

Imágenes: Pedro Sáez

Para profundizar en su figura y en su extraordinaria trayectoria literaria y humana, presentamos a continuación la entrevista realizada al destacado escritor Ramón Díaz Eterovic.

 

¿Cómo te interesaste en el género negro? ¿Por qué decidiste escribir género negro (si es que fue una decisión)?

De alguna manera llegué a la novela criminal por el desafío que implicaba hacer literatura desde la perspectiva de un género exigente en su creación y atractivo en su lectura, y porque vi en el género una forma literaria que me permitía recrear y mostrar el sentir de una sociedad bajo vigilancia, como lo fue la chilena después de septiembre de 1973. Me pareció que la relación entre el poder, la criminalidad y la justicia presente en la novela negra, que nació en los Estados Unidos durante la primera parte del siglo XX, tenía una expresión similar en la realidad chilena. Me refiero a la falta de justicia y al descrédito de las funciones judiciales y policíacas. Mi novela La ciudad está triste, publicada en 1987, marcó el nacimiento de Heredia, el investigador privado o el “hombre que hace preguntas” como él se define, que hasta la fecha me ha acompañado en 20 novelas. Escribir novela negra fue una apuesta que hice desde una doble marginalidad. Primero, la de escribir a partir de los códigos de una forma poco transitada y hasta cierto punto menospreciada en la narrativa chilena; y segundo, la del abordaje de temas que en su momento eran difíciles de exponer en voz alta: la represión política, los detenidos desaparecidos, el tráfico de armas, los negociados, entre otros.

Publicada mi primera novela, me sentí cómodo haciendo literatura de género y pensé que Heredia merecía protagonizar otras pesquisas. Al correr de cuatro o cinco novelas, me di cuenta de que había logrado algo que es un desafío importante para cualquier escritor: encontrar un punto de vista desde el cual expresarse y crear un personaje creíble y querible, que era capaz de ganarse sus lectores y proponer una mirada y análisis de la historia chilena. Más de treinta años después, sigo escribiendo sobre los brillos y miseria de una sociedad donde los valores son ambiguos y la violencia sobre las personas se expresa de múltiples maneras. Escribo desde los códigos de una forma literaria que, en circunstancias históricas, geográficas y culturales diferentes a las que se originó, es eficaz en Chile y Latinoamérica para reflejar la condición humana.

Al mirar el conjunto de las novelas de Heredia siento que él cumple su rol de testigo de la historia chilena. Creo, y así lo han visto también algunos críticos, que en las novelas de Heredia hay un discurso esencialmente moral, ético, relacionado con el accionar de los poderes y la degradación constante de la sociedad en que vivimos. En estas novelas hay un contrapunto evidente entre literatura e historia, a partir de temas fácilmente reconocibles. Y frente a esos temas, Heredia actúa motivado por una filosofía de resistencia, de compromiso con la verdad y la memoria.

¿Crees que es relevante el género negro en la actualidad? ¿Por qué?

Hay una idea que se reitera en las palabras de distintos autores policiacos latinoamericanos: la novela negra o criminal es la novela social de nuestro tiempo. O como declaró Mempo Giardinelli en una entrevista de hace unos años: la novela negra tiene acaso las mejores posibilidades de reseñar, lo quiera o no, los conflictos políticos-sociales de nuestro tiempo. Dos declaraciones que apuntan muy bien a explicar el fenómeno de la novela policial en Latinoamérica, y desde luego en otras partes del mundo. La novela policial escandinava, tan de moda en los últimos tiempos, tiene que ver con lo dicho. También, y a modo de ejemplo, menciono: las novelas de Leonardo Padura en Cuba, las de Sergio Ramírez en Nicaragua, Milton Fornaro en Uruguay, Gonzalo Lema en Bolivia, Elmer Mendoza en México, o María Inés Krimer, Fernando López y Claudia Piñeiro en la Argentina. En síntesis, si quieres saber lo que pasa en el trasfondo social de un país, lee a sus escritores policiacos. Te mostraran el lado oculto de la luna.

Suscribo la idea de que la novela criminal es la novela social de nuestro tiempo, porque entiendo que esta forma literaria ha sido una de las más eficaces para abordar la violencia desarrollada de un modo consciente y sistemático desde el poder político y las estructuras del estado. Ejemplos de esto último los tenemos de sobra en las pasadas dictaduras militares que asolaron a la Argentina, Uruguay y Chile, entre otros países latinoamericanos, y también en la relación entre el poder económico y la delincuencia en las frágiles democracias en las que vivimos, y en las que los atropellos al ciudadano común y la corrupción en los estamentos políticos y empresariales son el pan de cada día. Vivimos dentro de una permanente novela negra en la que se refleja claramente la relación del poder con el crimen y la delincuencia.

Creo que la narrativa criminal es uno de los fenómenos más interesantes en la literatura chilena de los últimos años, como una expresión literaria que apunta a reflexionar sobre una sociedad condicionada por los antivalores, la caída de las certezas ideológicas con su secuela de desencanto y la instalación de un modelo económico que se traduce en desigualdad económica, corrupción, incremento delictual e inseguridad. La novela criminal proporciona elementos apropiados para reflejar ese estado social, como puede ser un eje narrativo centrado en un delito, atmósferas opresivas y asfixiantes, la figura del investigador –detective, policía, periodista, abogado o el que sea su oficio– como un antihéroe capaz de defender los valores morales y éticos que son avasallados. Es esta narrativa la que también permite, aunque solo sea en el plano de la ficción, establecer la justicia denegada por gobiernos dictatoriales, jueces corruptos y medios de prensa expertos en mentir y ocultar el horror. Por lo tanto, la novela criminal termina siendo el espejo que refleja la perplejidad del hombre enfrentado a una realidad que cada día le es más agresiva.

Si tuvieras que recomendar una obra tuya, para alguien que nunca te ha leído, cuál sería y por qué.

Podría recomendar cualquiera de las de la serie, pero cuando me hacen esta pregunta suelo pensar en Ángeles y solitarios. Es la quinta novela de la saga de Heredia, y cuando la terminé de escribir sentí que en ella había logrado reflejar con mayor complejidad la personalidad y el mundo de Heredia. Su personalidad estaba asentada, y conseguí crearle un entorno de personajes que a partir de ese momento lo han acompañado: el gato Simenon, sus amigos el quiosquero Anselmo y el periodista Campbell, algunas mujeres que han sido y son parte importante de su vida, dos o tres amigos policías que le ayudan en sus pesquisas. También, en esta novela, comencé a trabajar con mayor conciencia en algo que para mí es importante dentro de mis historias: la incorporación de la ciudad de Santiago como un personaje más de mis novelas; lo que responde a una necesidad de generar registros urbanos, cierta memoria de una ciudad que desaparece o cambia de aspecto a diario. Otras buenas entradas a la saga pueden ser las novelas El ojo del alma, Los siete hijos de Simenon y El segundo deseo.


Esta entrevista forma parte del Festival Santiago Negro, un encuentro con el género negro y policiaco que busca poner en valor el imaginario colectivo de las representaciones culturales de este género, potenciar los vínculos de escritores/as nacionales y extranjeros y visibilizar las tensiones socioculturales que se reflejan en esta literatura.

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