Las prácticas maternas o trabajos maternos articulan un territorio de práctica vital continuada fuertemente tutelada por todo un sistema normativo desde el aparato jurídico/sanitario/educacional y socialfamiliar, que va cincelando cómo han de ser vividas, encuerpadas y corpo-traducidas estas experiencias una vez se asumen las actividades humanas propias a los trabajos reproductivos.
Con las maternidades, aterrizamos en un parternalismo devaluador introyectado sobre los cuerpos maternos donde el blancopatersistema puede seguir manteniendo la expropiación continua, o robo del trabajo ajeno, de la potencia económica y valor psico-estructural que generan los trabajos maternos. A través de estrategias de control y negación constante, los cuerpos maternos quedan sumergidos en una confusión amplia, extensa, agotadora, maratoniana y de profundo calado sociohistórico. A partir de una serie de mandatos sociales y obligatoriedades psicoafectivas/afectivosexuales/psicoenergéticas y pateratencionales , mantiene bajo su yugo, colonizados y oprimidos a los cuerpos. Consecuencia de ello, el trabajo reproductivo o trabajos maternos se asumen como territorios sometidos, asumiendo identidades devaluadas asociadas a pérdida de poder neurofísico y político. Los cuerpos maternos a través de su trabajo, vertebran el andamiaje social, generando beneficios y potencia económica que se acumula en el falosistema, que tiene su razón de ser en la expropiación y explotación de cuerpos cuidadores y sostenedores de vida, ejerciendo modos de control social como el cansancio continuado o el aislamiento, sostenido así el constructo madre-en-función-padre.
Desmontando el macho-lio-patriarcal pone en crisis las prácticas colonial-capitalistas y toda su lógica extractivista de cuerpos, recursos y territorios que está acabando con la vida humana y de otras especies en el planeta. Potenciar las fuerzas de vida y recuperar las prácticas de desarrollo y conocimiento común es mas urgente y vital que nunca.
¿Será que los ejes de coordenadas vitales impuesto por la pandemia sobre las maternidades o trabajos maternos intensifican los mandados y obligatoriedades y tal intensificación podrían motivar el proceso de despatriarcalización ya que desdibuja el umbral de tolerancia o normalización que antes de la crisis sanitaria tenían naturalizado los cuerpos maternos, entendiendo “natural” como una construcción socio-histórica hecha desde la sedimentación de dinámicas, pautas, soluciones y decisiones opresoras sobre los cuerpos mujeres o el cuerpo-comunidad-femenino. Cuerpos maternos que se activan desde maneras de hacer deseadas, cuerpos emancipados, no-tutelados, no-enjaulados.
¿Será que podemos desmontar la narrativa que ha arrinconado los trabajos maternos como problema social a extirpar, en lugar de asumirlos como actividades humana a integrar desde la soberanía de los cuerpos y la autonomía reproductiva (legalización del aborto libre y gratuito)?
Trabajos maternos: deshaciendo el macho-lío patriarcal se suma a las iniciativas ya existentes desde diversos contextos y experiencias, y contribuye de manera activa a través de una propuesta de una Comisión de Justicia Reproductiva (CJR) que recogerá en diversos formatos el testimonio de las violencias que se producen cuando se asume la crianza. Para seguir pensando juntas estrategias que desactiven la confusión sistémica que sumerge a los cuerpos-sostenedores o cuerpos que devienen de una acumulación socio-histórica de opresión lanzamos 4 preguntas que dan lugar a 4 seminarios y 4 propuestas expositivas en relación a éstas:
(1)¿Podemos integrar las fuerzas reproductivas de las maternidades antipatriarcales, como fuerza emancipatorias no esencialistas y fuerzas vitales?, (2)¿Es posible la lucha común de los trabajos maternos y trabajos de cuidados en el hogar?, (3¿Cuánto desprecio hay desplegado contra los cuerpos maternos? y (4)¿Por qué es necesaria una Comisión de Justicia Reproductiva?