Por Paula Mateo López
Que la música cambia nuestro estado de ánimo es una verdad indudable. Pero ¿de dónde viene esta idea? Aunque pueda sorprendernos, ya se hablaba del poder curativo de la música hace unos 2 500 años. Pitágoras sostenía que las matemáticas y la música están unidos en el concepto de armonía, el cual consta de la relación proporcional entre las partes de un todo. Estas teorías son muy extensas, pero, procurando sintetizar las ideas pitagóricas, la música se relaciona con el universo estableciendo un paralelismo entre los intervalos acústicos considerados como base de la música y las distancias que nos separan de los planetas. Y, al guardar dichas proporciones, podemos estar en paz y armonía; en definitiva, la música son las matemáticas del alma. De aquí que se pueda considerar a Pitágoras un precursor de la aplicación curativa de la música, al ayudarnos a restablecer la armonía espiritual.
Podríamos añadir que la música no solo te permite volver a la calma, sino que te ayuda a activarte, te alegra el ánimo, te motiva e, incluso, te ayuda a sentirte parte de un todo. Por eso la música tiene ese carácter bidimensional que nos invita a acercarnos a lo más íntimo de cada uno y a abrirnos al ámbito social, lo que la convierte en una disciplina artística muy potente en educación.
Llegados a este punto, y tras haber introducido el aura de la música y su trascendencia, quiero contextualizar el tratamiento que se le da a esta disciplina en la educación formal. Cabe destacar que la carga lectiva semanal es muy escasa, llegando en algunas ocasiones a ser materia de opción. Es decir, a lo largo de los cuatro cursos de enseñanza secundaria obligatoria los alumnos podrán disfrutar de una media de una hora semanal únicamente. Teniendo en cuenta el peso social que tiene la música, entristece pensar que los jóvenes tienen muy poca cultura musical derivada de su enseñanza reglada, por lo que sus conocimientos acaban siendo adquiridos en diferentes ámbitos.
Sin embargo, existen herramientas y proyectos que permiten incorporar la música a la docencia como instrumento para complementar la poca carga lectiva con el uso de la tecnología. Un ejemplo sencillo de acercar la composición musical a los jóvenes, a la vez que aprenden otros contenidos, es el uso de los Makey Makey, que parten de una combinación entre tecnología, ciencia y música. Este kit nos permite convertir en sonidos objetos cotidianos como un plátano o una planta a través de un programa de ordenador; en definitiva, podemos tocar un piano de flores o una batería de frutas y componer una canción mientras aprendemos cómo funciona un circuito eléctrico o qué objetos son conductores de electricidad y cuáles aislantes.
Otra forma sencilla para los docentes de involucrarse en la música es la participación activa en algún proyecto externo al centro, como por ejemplo el que lleva a cabo la compañía Mayumaná. Recientemente han convocado a docentes españoles para formar parte de unas sesiones de consulta con el objetivo de extender un proyecto musical por los centros escolares.
Por último, está la opción de ser nosotros mismos, como docentes y como clase, los creadores de un proyecto musical completo; sin duda un esfuerzo a largo plazo, pero con el que cosecharemos unos resultados más significativos. Es el caso de los proyectos Lóva, que llevan desde 2009 realizándose en centros escolares españoles, creando óperas con los estudiantes de la mano de la compañía con el mismo nombre. Lóva es un programa educativo interdisciplinar que trata de motivar a los alumnos para que puedan dejar volar su imaginación y descubrir todas sus capacidades a lo largo de un curso escolar completo, de septiembre a junio; decimos interdisciplinar, porque tiene como objetivo integrar varias asignaturas y, por ello, es un proyecto de tutoría. Como se puede imaginar, requiere gran implicación por parte de los docentes, en este caso tutores, porque no sólo trabajan durante un año académico completo, sino que en julio, previo a su aplicación, reciben un curso de una semana para poder llevarlo a cabo. Además, la compañía Lóva facilita una serie de recursos online que les ayuda a desarrollar el proyecto completo y apoya a los tutores en su realización.
En cada proyecto Lóva los educandos combinan el temario académico correspondiente con la creación de una obra operística, dedicándose el curso completo a formar una compañía organizada por equipos profesionales: dramaturgia, caracterización, vestuario, interpretación, relaciones públicas, producción, iluminación, regiduría, escenografía, coreografía y música. En definitiva, aprenden cantando.
Lóva nace con la llegada a España de una profesora de primaria estadounidense, Mary Ruth McGinn, formada con el proyecto educativo Creating Original Opera, creado para la Ópera de Seattle en la década de 1970 por Bruce Taylor y Joann Forman. Esta profesora llegó a nuestro país en 2006 becada por SaludArte para formar y guiar en las herramientas y técnicas que ella conocía a un grupo de docentes en el Teatro Real de Madrid. Tras el éxito de esta formación, durante la cual pusieron en práctica lo aprendido con un primer proyecto, surgió la compañía Lóva, que ha ido extendiendo su alcance abarcando diferentes públicos y etapas educativas. En su inicio estaba destinado sobre todo a alumnos de primaria, pero ya se ha desarrollado también en Educación Secundaria, en algunas universidades y en un centro penitenciario donde ya se han hecho nueve proyectos.
Los proyectos Lóva son cada vez más y, por ejemplo, en el curso 2021-22 se formaron más de 90 compañías, esto es, 90 colegios que crearon un proyecto de ópera. Este dato significativo demuestra la eficacia de la música (y del arte) como herramienta educativa para desarrollar la conciencia y expresión cultural, convirtiendo al proyecto educativo Lóva en un ejemplo a seguir. Además, es una apuesta por poner en valor géneros musicales muy poco conocidos entre los jóvenes para ampliar su cultura y conocimiento, recuperando un género artístico nacido en la Florencia del siglo XVI y considerado elitista prácticamente desde el Barroco.
Terminaremos mencionando que el buen hacer de este proyecto ha sido galardonado con el Premio de Buenas Prácticas al Fomento de la Convivencia Escolar del Ministerio de Educación en 2018 y la Comisión Europea eligió a Lóva como uno de los proyectos educativos españoles de referencia.
Otros recursos
Escuchar el podcast: Transferibles Artes en acción, capítulo 4
Este artículo forma parte del Podcast Transferibles Artes en acción un proyecto del programa de Educación Artística del CCESantiago que tiene como objetivo divulgar proyectos, buenas prácticas y metodologías innovadoras en el ámbito de la educación artística de Chile y España.