Viaje a la niñez con el Kokedama

Club de plantas abril 2021

Por: Helena Bricio

El Club de Plantas ya ha arrancado en 2021 y voy a tener el placer de poder llevarte conmigo a lo largo de esta nueva temporada por los distintos mundos vegetales que visitaremos. Para que me conozcas un poco más te diré que mi nombre es Helena Bricio y que soy colaboradora del CCESantiago, donde he ido enamorándome y aprendiendo más de la flora que me rodea, así que me hace muy feliz poder acercarte, desde mi perspectiva y mediante la lectura, a aquello que descubrimos y compartimos durante las sesiones del Club de Plantas; ¿me acompañas?

Los temas que trataremos este año han sido seleccionados mediante una encuesta que hicimos las participantes cuando nos inscribimos en la actividad. Entre las propuestas para las sesiones figuraba el kokedama y como era la primera vez que lo escuchaba y no tenía claro en qué consistía, me puse a investigar sobre esta técnica artesanal japonesa de cultivo de plantas… ¿Qué querrá decir kokedama? El significado literal de la palabra en japonés es bola de musgo, así que la técnica consiste en, literalmente, hacer una maceta orgánica de musgo en forma de bola, que después se ata con un hilo, creando así una especie de escultura artística botánica. Para llevarla a cabo, son nuestras manos las que cobran el protagonismo y fue precisamente eso lo que captó mi atención: íbamos a poder establecer una relación táctil con la planta. Los kokedamas son plantas de tocar, lo que nos permite generar una interacción, que, sin darnos cuenta, deriva en un vínculo emocional con nuestra planta, a la que tocaremos para mostrarla, al regarla, al darle forma o simplemente cuando queramos relajarnos y sentir su propia textura. Además de ser decorativos y sostenibles, los kokedamas se relacionan directamente con la estética japonesa del Wabi-sabi, ya que nos permiten apreciar las imperfecciones de la naturaleza y la fugacidad de la belleza natural. La práctica y la filosofía del Wabi-sabi promueve la noción de belleza en las cosas imperfectas, que no son permanentes e incluso que están incompletas. Esta filosofía nació en el periodo Edo de la historia de Japón, también conocido como el periodo Tokugawa, que fue la última época del Japón tradicional donde reinaba la paz interna y la estabilidad.

Así pues, como curiosas y amantes de las plantas que somos, no podíamos perdernos la oportunidad de descubrir más sobre este tipo de técnicas lejanas, que cada vez tienen más adeptas en Chile y nos permiten enfrentarnos a la naturaleza conociéndola desde otras perspectivas. Por ello, nos volvimos a reunir desde nuestras casas en esta nueva sesión del Club de Plantas, que tuvo lugar el pasado martes 20 de abril, donde esta vez no solamente hablamos de plantas , sino que también realizamos un taller para hacer nuestro propio kokedama en directo, con ayuda de Verónica López y Tu Kokedama Chile, compartiendo todos sus trucos con nosotras. Entre las participantes, pocas habíamos hecho anteriormente un kokedama, así que se palpaba la emoción, ¡había muchas ganas de volver a verse en el Club!

¿Tú también tienes ganas de hacer uno? Pues, para empezar nuestro kokedama, necesitaremos los siguientes materiales: la planta, sustrato, musgo, hilo y una aguja de lana. Las primeras dudas que nos surgieron en el club estuvieron relacionadas con los diferentes tipos de musgo, ya que algunas de las participantes contábamos con musgo seco y otras, en cambio, con musgo húmedo, aunque Verónica nos explicó que ambos eran adecuados y que la única diferencia estaba en el precio y en el tiempo que habría que humedecerlos. Personalmente, me costó mucho encontrar musgo y Verónica, además de recomendarnos intentar buscar uno que tuviese certificado de manejo sostenible, nos dijo que ella disponía de musgo; así que, si tienes dudas sobre dónde comprarlo, puedes visitar la web de Tu Kokedama Chile donde encontrarás más información.

El primer paso para realizar la base del kokedama es humedecer nuestro musgo por unos diez minutos (si tiene exceso de agua, lo estrujamos), retirarle las impurezas y extenderlo sobre una superficie. Una compañera, Pam Lagos, preguntó sobre el uso de la fibra de coco para hacer la base del kokedama en vez de musgo. Verónica comentó que ella nos recomendaba el musgo, porque retiene mayor humedad y porque «la fibra de coco que llega aquí es del exterior y no llega en láminas […] acá, a nosotros nos llega una fibra de coco súper molida que no sirve y el envío genera más costos».

Con el musgo ya humedecido y extendido como base, continuaremos con el siguiente paso que será colocar la planta en el medio de la base; pero, ¡cuidado!, ya que «hay que hidratar la planta bastante para que, cuando se saque de la maceta, la tierra no caiga.» Además, nos dio otro consejo para empezar a hacer nuestro kokedama, que tiene que ver justamente con la filosofía que transmiten, «idealmente, cuando uno parte, hay que hacer plantas pequeñas para que uno vaya manejando el tema de la mano… que no nos cansemos el primer día con una planta muy grande, porque vamos a quedar con dolor en los brazos y la idea es que siempre vayamos de menos a más»; o sea, que, como dice el proverbio japonés: Jouzu no te kara mizu ga moru (上手の手から水が漏る), «hasta en las manos más hábiles se filtra el agua», es decir, que hasta las manos más perfectas cometen errores y debemos aprender de ellos; por eso es mejor empezar poco a poco.

Ahora sí que sí, ¡comienza la diversión! Desde afuera hacia adentro, comenzaremos a envolver con el musgo nuestra planta, y dándole forma de bola, por nuestras caras se notaba que estábamos disfrutando con este paso, así que espero que tus sensaciones al tocar el musgo y la tierra sean igual de positivas. Pon a volar tu imaginación y ve, poco a poco, amasando el musgo alrededor de la tierra, creando la forma adecuada que sostendrá la planta, haciendo hincapié en la base y observando cómo el musgo va poco a poco adaptándose a la tierra. El equilibrio entre la tierra y la planta lo marca la propia planta, aunque tus manos juegan un papel muy importante para que el tamaño de la planta y el tamaño de la base sean equilibrados. No te preocupes si no te sale bien a la primera como le ocurrió a Denise, que tuvo algunos problemas con la tierra, pero que en seguida puso en práctica el Wabi-sabi y volvió a empezar: «¡a mí se me desarmó entera la planta y la tierra!, ¡cayó toda! Entonces la mojé, la empecé a armar, como a jugar con el barro y la tierra de nuevo, ¡como niña! […] Me encanta hacer plantas, jugar con tierra y, no sé, ¡me llevó todo un poco a la niñez!»

Cuando logramos crear la bola con el musgo, debemos envolverla con el hilo; para ello, Verónica nos recomendó usar un hilo fino; a ser posible, un tejido sostenible: «Hay quienes dejan los kokedamas con el musgo bien suelto; se ve bonito, pero no es muy práctico, porque cuando yo voy a regar el kokedama, si no está bien prensado, todo ese musgo suelto seco se va a quedar en el agua y lo voy a ir perdiendo. Entonces, yo ahora lo que hago es darle vueltas con el hilo firme, pero sin que quede tirante, ya que es un hilo que se corta. Voy a ir dando vueltas, afirmando el musgo de manera que quede firme; también hay que pasar hilo en la parte de abajo para reforzarlo, siempre sin levantar, hasta que yo esté segura de que todo esté bien firme. […] Le voy dando forma más redondita (siempre girando para que no quede hilo cargado a un solo lado) […] y ya todo el trabajo que viene ahora es solamente con las manos.» Verónica también nos recomendó que utilizáramos el hilo de tejidos orgánicos para evitar la pudrición, descartando materiales como por ejemplo el yute o el cáñamo. Fue una experiencia muy bonita tocar y poder ver cómo se iba formando la bola, notando cómo el musgo estaba blandito, pero sin que se viese la tierra, «¡moldeando con las manos yo estoy absolutamente hipnotizada! Así que, por favor, díganme que pare. […] me llevó directo a la niñez cuando hacía pompones, […] me costó la base, pero después de seguir conseguí hacerla», nos comentaba Pam Lagos mientras hacía su kokedama. Si te pasa como a Pam y no sabes cuándo parar de envolver la bola, simplemente tendrás que fijarte en que la parte de arriba del kokedama, que une con el tallo de la planta, esté bien sellada con el propio hilo. Verónica nos recomendó que, además, hiciéramos un pequeño remate para asegurar que el hilo no se escape. Esto se hace con la aguja: cortamos el hilo y damos unas puntadas en la parte baja. Durante el taller también descubrimos que es mucho más útil comenzar con un hilo fino para hacer toda la bola de musgo, porque la sostiene mejor, y limitar el uso de un hilo más grueso a la parte decorativa. ¿Ya sabes dónde vas a poner tu kokedama? Si te planteas colgar el kokedama, como querían hacer Isa y Simón, lo mejor será que utilices un hilo encerado y resistente.

Y ahora que ya tenemos nuestro kokedama listo, ¿qué cuidados necesita? En lo que al riego respecta, tendremos que sumergir su base en agua y después dejarlo en un platito para que seque un poco. Verónica también nos recomendó que, si nuestra planta tenía las raíces muy largas, no tuviésemos miedo a cortarlas, porque esto haría que se hidratase más fácil. El kokedama ofrece la posibilidad de ver fácilmente cuándo necesita riego, ya que cuando se secan por completo ¡no pesan nada! Así que al notarlas más livianas podrás orientarte para regarlas, ya que son plantas muy livianas. Además, Verónica nos enseñó sus kokedamas durante el taller y pudimos comprobar que, cuando se secaban, el color cambiaba; el musgo se ve más claro y seco, lo que también servirá para guiarte en el riego. ¡Ojo!, a los kokedamas no ha de darles el sol directamente, pero sí que necesitan recibir luz.

Los kokedamas se consideran una técnica de jardinería tradicional japonesa, y en este sentido, al jardinero o jardinera se le considera un/a artista y recibe el reconocimiento de maestro/a jardinero/a. No tengas miedo a sacar todo tu lado creativo cuando estés haciendo tu kokedama y, si necesitas un poco de inspiración para animarte a hacer tu propio jardín vertical, puedes echar un vistazo a la obra de algunos artistas que han llevado técnicas botánicas similares al kokedama a otro nivel. Por ejemplo, la artista Anna Garforth realizó un kokedama gigante en la plaza St. Christopher de Londres para dar la bienvenida a la primavera; otros artistas florales, como Fedor Van Der Valk, crean sus propios jardines verticales, o string gardens, utilizando hilos de diferentes colores para sus kokedamas. El musgo tejido con hilo de los kokedamas puede que nos recuerde a la tela de araña. Es este entramado orgánico el que inspira al artista y arquitecto Tomás Saraceno en sus instalaciones hinchables, que integran vegetación a las que él ha titulado: “Biosferas”, “Esferas” o “Jardines voladores”. Por último, la obra de artistas como Meeson Pae Yang nos llama la atención también, porque en su instalación Dispersion veremos distintas bolas de musgo flotando en el aire, que nos recuerdan a los kokedamas suspendidos en el aire.

 

Anna Garforth, Rise, Foto: Floe London https://www.floelondon.com/rise

 

Fedor Van Der Valk, String Gardens, https://stringgardens.com

Tomás Saraceno, Cloud Cities, Berlin 2011. Foto: Jens Ziehe photography https://studiotomassaraceno.org

 

 Instalación de kokedamas en Phantom Galleries de Meeson Pae Yang, Dispersion, 2007- 2008

Meeson Pae Yang, Dispersion, 2007- 2008. Instalación en Phantom Galleries, Pasadena, California. Foto: Studio Meeson https://www.studiomeeson.com/dispersion

 

KOKEDAMAS DE LAS PARTICIPANTES

 

imagen del kokedama de Pauline Contreras

Imagen del Kokedama de Pauline Contreras

Imagen del kokedama de Maria Ximena Galindo

Imagen del Kokedama de Maria Ximena Galindo

 

Imagen del Kokedama de Verónica Mena

Imagen del Kokedama de Verónica Mena

 

Imagen del Kokedama de Janet Contreras

 

Imagen del Kokedama de Karina Cortes

 

Imagen del Kokedama de María Patricia Chacana

 

Este artículo forma parte del Club de Plantas del CCESantiago, un espacio de encuentro y conversación mensual donde nos juntamos desde nuestras casas a compartir saberes e inquietudes en torno al mundo vegetal.

imagen del club de plantas 2021