El arte como vehículo de respeto medioambiental

Club de plantas dic 2021

Por Helena Bricio

 

Si pensamos en los lugares donde el arte está presente, quizá no pasemos de largo de la noción del museo como ese espacio cuya colección se dispone en unas infinitas paredes blancas rodeadas de un silencio absoluto. Probablemente, las experiencias museísticas no sean igual para todas, pero puede que al acercarnos de esta forma al arte, hayamos podido sentir en algún momento una especie de miedo, como si nos estuviésemos entrometiendo en un lugar al que no pertenecemos… Sin embargo, lejos de hacernos sentir así, el arte tiene otros propósitos.

El arte contemporáneo surge como una fuerza arrolladora para desmontar todos estos miedos, para plantear temáticas reflexivas sobre situaciones y problemáticas actuales, relacionándolas con su pasado (e, incluso, con su futuro), poniendo encima de la mesa cuestiones desde puntos de vista periféricos, alejados de normativas convencionales e, incluso, caóticos.

Cuando menciono el caos, me refiero a la visión contemporánea del mismo, a un espacio que permite una cosmovisión distinta a la que encontrábamos en la ciencia tradicional, donde solamente existían opuestos antagónicos (orden-desorden). Cuando el caos deja de considerarse un espacio de ausencia del orden, de la vida y del sentido, y se comienza a entender “como espacio en el que se genera la vida, la estructura, el logos y el sentido de un otro orden”, se abre una posibilidad de imaginarnos que quizá existan “otros órdenes”, y que éstos no tendrían por qué situarse en medio de esa posición tradicional entre el orden y el desorden.

Como la naturaleza que nos rodea, el arte responde a concepciones que se escapan de nuestro entendimiento lógico, de “nuestro orden”, para ofrecernos una visión mediante la experimentación o la cercanía, prestándonos unas herramientas para hacernos sentir parte de un todo. ¿Has sentido alguna vez que las plantas te rechacen? Pues tampoco lo hace el arte. La naturaleza y el arte nos permiten relacionarnos con nuestro entorno sin necesidad de prejuicios. Pero, ¿cómo dialogan el arte y la naturaleza?, ¿entienden este caos como un punto en común?

No me sorprendió demasiado que la última sesión del club del año estuviese tan atravesada por esta noción de caos. Las participantes de las sesiones hemos conseguido construir una comunidad basada en el respeto a nuestro entorno y hemos ido ganando confianza en cada uno de los conversatorios, cada vez más alejados de aquellas sesiones frías dominadas por la distópica virtualidad de 2020, y donde hemos conseguido sembrar un espacio caótico de comentarios, interrupciones y reflexiones.

El pasado 21 de diciembre centramos nuestra conversación en el cruce entre el arte contemporáneo y la naturaleza, reflexionando sobre cómo desde el mundo del arte se emplea la naturaleza como hilo conductor y cómo podemos aprender de estas conexiones. No podríamos cerrar el año de mejor forma que con la compañía de Lucas Núñez, artista de la exposición del CCESantiago “Maleza en el jardín” de 2019, que fue la semilla que germinó en el proyecto Pichintún de Yerbas, al que pertenece este club. Lucas nos explicó que disfrutaba trabajando y colaborando con otras personas, ya que eso le permitía abrir su campo artístico, experimentar nuevos enfoques y complementar saberes, y por ello nos ofreció también la posibilidad de conocer de cerca el trabajo de Claudia González, cuyos proyectos artísticos también están vinculados directamente con el mundo natural. Tanto Claudia como Lucas tienen varios nexos en común: por un lado, sitúan a las plantas como medio de investigación, o como tema central de reflexión en sí mismas, en sus proyectos artísticos; por otro lado, Lucas es de Iquique y trabaja en Santiago y Claudia es de Santiago y se fue a Iquique a trabajar. Tener en común la ciudad de Iquique en un camino de ida y vuelta les ha permitido compartir experiencias y visiones distintas respecto al mismo territorio, especialmente el de Iquique, siendo su flora nativa tan característica por las condiciones climáticas.

En esta sesión pudimos conocer un poco más a Lucas, quien nos contó su experiencia como artista visual, un campo en el que investiga independientemente y cuya línea de trabajo está relacionada con el área de la comunicación visual y el activismo por los derechos sexuales y reproductivos. Pertenece al CEVVIH, el Círculo de Estudiantes Viviendo con VIH, cuyo objetivo principal es, en palabras del propio Lucas, “conformar una comunidad seropositiva informada y capacitada en educación sexual integral, de forma que se puedan exigir derechos específicos y diferenciados”.

También nos contó que en Iquique trabajó en el festival Ruco con Natalia Montoya en la obra “La urgencia del cuidado”. Esta obra recrea la Duna de Iquique mediante una instalación de una duna de arena con distintos elementos de la flora nativa en ella. Mediante una invitación a quienes visitaban la obra, animaban a mover algunos de estos componentes (en este caso, las Tillandsias o claveles de aire artificiales que se encontraban en ella), evitando modificar la duna, lo que era prácticamente imposible. De esta forma, el arte permitió que se establecieran cuestionamientos sobre cómo y quién puede intervenir el paisaje, cómo cuidarlo y de qué formas podemos habitar sin ser violentos con el entorno.

Registro de la obra «la urgencia del cuidado» de Natalia Montoya y Lucas Núñez.

 

Por su parte, Claudia es profesora de artes visuales, diseñadora escénica y arquitecta del paisaje. Su historia con las plantas le viene de familia, desde el jardín de su abuela hasta los estudios de agronomía de su padre, y entiende la naturaleza como un espacio donde se escapa del tiempo, se vive de otra manera y volvemos a nuestros ritmos orgánicos. Claudia nos comentó que actualmente tiene una oficina de arquitectura y paisaje, donde intenta llegar a las personas para que se pueda comprender la flora nativa como parte de su identidad, trabajando los conceptos de territorio e identidad.

Su nicho particular se encuentra en Iquique, donde mediante su práctica artística ha generado proyectos que han impulsado el conocimiento de la flora nativa en la ciudadanía del territorio, es decir, paisajismo desde un punto de vista de construcción social. De esta forma, entendimos que Claudia trata de acercar a las personas al imaginario nativo y de abordar cómo esto puede cambiar la forma en que se relacionan o cómo habitan ciertos lugares. Para Claudia el paisaje se plantea como “un escenario donde confluyen diversidad de miradas”, en el que “somos naturaleza en la naturaleza”. Cuando trabaja con los estudiantes, intenta que ellos puedan traducir la naturaleza que ven a través de su propia expresión y lenguaje artístico, entendiendo el espacio como un organismo vivo donde confluyen distintos caminos mediante intervenciones con Land Art.

Y es que, si algo nos ofrece la naturaleza, es un amplísimo abanico de especies, paisajes, elementos, materiales… ¡que casualmente el arte contemporáneo también nos ofrece, escapando de lógicas rígidas y racionales! Como comentó David en el conversatorio, “somos un todo del ecosistema” y quizá el arte nos abre la puerta hacia un puente al entendimiento de nuestra relación con la naturaleza: “la inercia cultural es la tendencia a sentir que las cosas son mejores tal y como las entendemos, pero eso se contrapone a la capacidad que tenemos los seres humanos de imaginar cosas nuevas y de crear. De ser así, si solo nos rigiésemos por inercia cultural, las experiencias artísticas serían nulas, nadie habría creado algo alguna vez. […] La gracia del arte, como yo lo entiendo, […] es que siempre rompe con algo, siempre es transgresión, siempre va un paso más allá que lo establecido y gracias a que tenemos arte, es que se rompe la inercia cultural todo el tiempo.”

En un ejercicio para nutrirnos de nuestros saberes, las participantes nos preguntamos y reflexionamos acerca de obras artísticas que establezcan un cruce entre arte y naturaleza. ¿Qué temas crees tú que pueden tratarse desde el arte en torno a las problemáticas a las que se enfrenta la biodiversidad? Isabel Margarita nos mencionó a Meliza Luna Venegas y su exposición TALA, relacionada con la tala de árboles nativos; y a Jocelyn Rodríguez Droguett, artista visual chilena, fotógrafa y docente de Artes Visuales, cuyas propuestas artísticas se centran en analizar el patrimonio público y natural con una mirada hacia la memoria colectiva.

Imagen de la exposición «TALA» de Meliza Luna Venegas

 

En el caso de Jocelyn Rodríguez Droguett, su obra indaga en la memoria íntima. A través de la recopilación de recuerdos y experiencias, se establecen relaciones entre los relatos visuales, la identidad y temáticas relacionadas con la genealogía, con énfasis en las historias de las mujeres y, más concretamente, en las madres latinoamericanas. “A partir de esto, exploro las relaciones corporales, emocionales y vinculantes con la naturaleza y el territorio, desde una mirada ecofeminista”, relata en su declaración de artista. 

Proyecto «Las plantas lo saben» de Jocelyn Rodríguez Droguett

 

Como hemos visto, el arte ofrece infinitos prismas y no se basa solo en el hacer; por ello también existen espacios para el arte contemporáneo que posibilitan la relación entre el arte y la naturaleza, como es el caso de FLORA ARS + NATURA, en Bogotá. Esta fundación sin ánimo de lucro se dedica a construir y establecer vínculos entre los artistas y la comunidad local, nacional e internacional a través de actividades pedagógicas y formación artística centrada en la práctica, la retroalimentación y la interculturalidad. En esta línea, emergen lugares en red que ponen en común a artistas e investigadoras preocupadas por las cuestiones de la crisis ecológica global, como el Instituto de Estudios Postnaturales. Mediante formatos experimentales de intercambio y producción de conocimiento abierto, este reciente centro de experimentación artística explora y problematiza la postnaturaleza como marco para la creación contemporánea.

Sin embargo, no solamente se han establecido estas conexiones entre el arte y la naturaleza en el siglo XXI. Las preocupaciones y futuros posibles es algo que hemos tenido en mente desde mucho antes, y prueba de ello la encontramos en exposiciones como «Territorios que importan. Género, Arte y Ecología”, curada por Patricia Mayayo en el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) de Huesca. La exposición reunía un centenar de obras de distintos puntos geográficos, creadas desde los años setenta hasta la actualidad, en las que se abordan temas como la relación entre la espiritualidad, el género y la naturaleza, la ecología queer o la representación del cuerpo sexuado en el entorno natural.

 

 

A modo de cierre, quería terminar este artículo despidiéndome de vosotras. Ha sido un auténtico placer para mí acompañaros durante todo este año, donde hemos podido compartir tan diversos puntos de vista en relación al entorno natural que nos rodea. He aprendido mucho de cada una de las participantes del club, y de cada uno de los conversatorios, en los que ha sido muy reconfortante reflexionar cada mes sobre un tema distinto relacionado con las plantas en esta comunidad tan respetuosa y abierta a la participación. Por ahora, el Club de Plantas no termina aquí; como la propia naturaleza, nacemos, crecemos, nos reproducimos, morimos e incluso nos transformamos, encontrándonos con obstáculos y volviendo a florecer… El Club se alejará para la edición de 2022 de la virtualidad, centrándose en recuperar la cercanía de las conexiones humanas, así que estoy segura de que el próximo capítulo del club se escribirá, como hasta ahora, desde un espacio comunitario, horizontal y participativo. Solamente puedo adelantar que, después de tanto tiempo con las manos en el teclado, ha llegado el momento de meter las manos en la tierra, de conocer otras prácticas relacionadas con ella y de embriagarnos de la realidad natural que nos envuelve… ¡Hasta muy pronto pichintunas!


Este artículo forma parte del Club de Plantas del CCESantiago, un espacio de encuentro y conversación mensual donde nos juntamos desde nuestras casas a compartir saberes e inquietudes en torno al mundo vegetal.

imagen del club de plantas 2021