Este artículo forma parte del Club de Plantas del CCESantiago, un espacio de encuentro y conversación mensual donde nos juntamos desde nuestras casas a compartir saberes e inquietudes en torno al mundo vegetal.
Por: Helena Bricio
El año pasado por estas fechas, desde #Pichintúndeyerbasencasa nos acercamos a conocer más a fondo las semillas, recuperando el juego ancestral del Awéle, originario de África. Llevar a cabo esta práctica nos permitió experimentar otras alternativas en nuestro acercamiento hacia el mundo vegetal. Aprendimos a sembrar y cosechar siguiendo un ideal solidario, cuya principal premisa era evitar que nuestro contrincante se quedase sin semillas para sembrar.
Las semillas son fundamentales para el desarrollo y conservación del planeta, no solo porque son el primer eslabón para la propagación vegetal, sino también porque son esenciales para la humanidad como fuente de alimento. ¿Te imaginas un Awéle global donde todas las naciones compartiesen sus semillas y evitasen que ninguna se quedase sin ellas? No he podido dejar de hacerme esta pregunta desde entonces, por lo que esperaba ansiosamente poder escuchar a alguien cuya labor consiste en guardar y cuidar las semillas que nos alimentan. ¡Un nuevo mes y una nueva sesión del club de plantas para hacernos pensar y reflexionar sobre el mundo vegetal! Patricia dedos verdes, quien nos acompañó esta vez, ha desarrollado una intensa labor como activista por la Vida y la Defensa de la Semilla, así que el pasado 17 de agosto me uní al club de plantas para saber para qué significa exactamente ser guardadora de semillas y cómo ella ha llegado a serlo.
Lo primero que descubrimos en la sesión es que el hecho de estar en contacto con la tierra lo tiene en sus genes, ya que su abuela materna era campesina y le enseñaba todo lo que sabía. Nos comentó que el juego más importante que recuerda de su niñez era cuando iba al huerto y tocaba la tierra, aprendía de las plantas y las semillas. Y es en este momento cuando, después de haber tenido las manos en la tierra, su abuela le decía que tenía “los dedos verdes”. Aunque esta expresión le haya acompañado durante su carrera, la trayectoria profesional de Patricia no empezó relacionada con las semillas, ya que ella estudió para ser profesora de administración.
Sin embargo, la vida, caprichosa siempre en el destino, le llevó hacia otros caminos, y así comenzó también a estudiar ecología y política en la universidad. Patricia nos comentaba que ella nunca había sembrado, pero de pronto se empezó a relacionar con personas con intereses afines a los suyos y, poco a poco, fue sintiendo que ella tenía que ser guardadora de semillas, aunque como venía del mundo de la universidad, nos comentó, entre risas, que “quería un título que dijese que yo era guardadora de semillas”.Si algo hemos estado aprendiendo (o desaprendiendo) durante estos meses en las sesiones del club de plantas, es que la naturaleza y la madre tierra pueden relacionarse con nosotras desde espacios y situaciones que se escapan de la lógica científica. El nombramiento de Patricia como guardadora de semillas no es menos, ya que este no se dio de forma burocrática, sino que aconteció en el campo energético espiritual. Nos relató que tuvo un sueño premonitorio, conocido como pewma en la cosmovisión mapuche, en el que se vio recibiendo por parte de distintas mujeres de pueblos originarios su cargo como guardadora del mundo. “Y desde ese día, que eso pasó, hace ya más de veinte años […] mi camino fue totalmente diferente. Ya nada volvió a ser igual. La forma de mi caminar, de mi sentir, de hablar… la forma en la que empezaron a llegar las semillas a mi casa”, nos relató Patricia.
Pero, ¿qué significa ser una guardadora de semillas? Patricia nos explicó que ser guardadora de semillas no es lo mismo que ser coleccionista. El objetivo de guardarlas reside en la distribución posterior, en un ciclo de permanente intercambio, en el que las semillas llegarán a otros lugares, conectando nuevas tierras con la guardadora de semillas. Quien ocupa este rol se dedica a cultivar, reproducir, conservar e intercambiar semillas con el objetivo de continuar la labor que nació con la agricultura ancestral y que permite que el pueblo disponga de su patrimonio genético de especies, evitando así problemáticas derivadas de la deforestación y de las lógicas del mercado. En sus propias palabras: “Es un cargo honorífico que no tiene retribuciones económicas, que no te lo da el Estado, […] la universidad, […] no te lo da nadie. […]. Te lo da la tierra, es algo que uno toma como una posta, es algo con lo que uno va, no es parecer sino es que es ser, y hasta el final del suspiro”.
Cuando entendí lo que significa ser guardadora de semillas y los peligros que conlleva, me asaltaron mil dudas. Quería saber qué semillas atesora Patricia y para qué sirven. Nos contó que principalmente trabaja con dos tipos de semillas: las semillas de custodio y aquellas que se comparten. Las primeras son las más complejas y difíciles de conseguir o de recibir y, según ella, “solamente se comparten con aquellas personas que uno sabe que las van a resguardar hasta el final de los tiempos”. Estas semillas de custodio son escasas, el objetivo de disponer de ellas está en sembrarlas, reproducirlas -para tener más cantidad- y posteriormente compartirlas o venderlas. Patricia está especializada en hortalizas y en semillas para comer, y la primera que recibió fue el haba tigre. Pero, ¿acaso es Patricia la única que tiene la responsabilidad de cuidar todas las semillas de Chile? Pues resulta que no solamente son los dedos verdes de Patricia los que realizan esta tarea, sino que existen distintos grupos de guardianas y guardianes de semillas que se dedican a preservar la biodiversidad de Chile, como la Asociación Hueichafe Domo o la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI). ¡Pero las guardianas y guardianes de semillas están por todo el mundo! En Colombia, Ecuador, Perú, Argentina… Incluso en el hemisferio norte encontramos a la Red Andaluza de Semillas o la Red de Semillas de Euskadi (Hazien Sarea). Estas asociaciones ponen nuevamente de manifiesto la importancia del trabajo en red y nos recuerdan, tal y como conversamos con Patricia, que también nosotras podemos preservar semillas, cultivando, guardando, intercambiando y así fomentar este ciclo de cuidados por y para la tierra.
¿Tú también te has preguntado cómo se consiguen las semillas? ¿Es posible acceder a ellas sin ser guardadora de semillas? ¡Pues claro que sí! Durante la sesión comentamos que los intercambios son fundamentales para que siga habiendo semillas y se siga sembrando. Cecilia Chandia, nos explicó que los intercambios de semillas se realizan hace muchísimo tiempo “Antiguamente mis abuelas juntaban semillas y en los campos se hacia eso y en los pueblos se juntaban semillas y se compartía, estoy hablando como de los años sesenta”. Asimismo, lo curioso de este tipo de intercambios es que, en ocasiones, las semillas que una vez intercambiaste pueden volver a ti, indicándote que ya existen suficientes semillas de ese tipo.
¿Has asistido alguna vez a un intercambio de semillas? ¿Sabrías cómo guardar una semilla? Nosotras tuvimos esas dudas y Patricia nos dio pequeños trucos que nos ayudarán a conservar las semillas correctamente. Para empezar, es importante secarlas muy bien antes de guardarlas. Luego deben conservarse en una bolsa con cierre hermético, que evite que se mojen. Finalmente nos animó a escribir el nombre de quién nos haya entregado esa semilla así como el lugar donde fueron cultivadas. Otro consejo que nos entregó Patricia fue anotar los antecedentes de la propia semilla, para que aquellas personas que vayan a cultivarlas después, tengan en cuenta sus cuidados en el pasado, es decir, si las han regado mucho o poco, si le salieron flores, si fue precoz, si sus frutos son pequeños, etc. Por otro lado, respecto a la humedad, si necesitas una ayuda extra para conservar tus semillas bien secas, Patricia nos comentó que colocar un diente de ajo pinchado dentro de la bolsa evitará los gorgojos y poner un trozo de tiza dentro de la bolsa ayudará también a absorber el exceso de humedad. Durante la sesión también conversamos sobre la importancia de las intenciones que tengamos a la hora de recolectar y guardar semillas, ya que, las semillas tienen una memoria que reconoce el lugar donde han crecido y por ello es importante que las mimemos y las cuidemos cuando trabajemos con ellas. “Las semillas son una gota de vida con un material genético invaluable, tienen una memoria invaluable. Por eso es que si yo pongo una semilla en el sur y tomo sus hijas y las llevo para el norte quizá salen de diferente forma. Pero si yo después las vuelvo a llevar para el sur, va a dar el mismo fruto que dio años atrás.”
¡Una vez más se pone de manifiesto la importancia de cultivar nuestras propias relaciones con los seres vivos que nos rodean! En esto Patricia goza de una larga experiencia, ya que tiene distintos proyectos enfocados en transmitir los valores positivos de nuestra relación con la naturaleza o, en sus palabras, “en vez de sembrar terror, sembrar semillas”. Uno de estos proyectos es la Huerta de las Emociones, un espacio natural para trabajar con los niños que tienen conflictos en sus propios contextos. Durante un tiempo se deshacen de sus problemas y aprenden a cuidar el entorno, a observar, a agradecer, a ser pacientes y respetuosos: “Juegan con barro, juegan con agua, juegan con tierra, ven las semillas, ven que no todas las semillas son iguales, que hay algunas que son diferentes, igual que ellos… Entonces es como llegar a esta relación digamos, de decir, mira, acá hay otros seres de la naturaleza que también son como ustedes […] y que podemos entre los dos sanarnos”.
Otro de los proyectos en los que Patricia siembra sus conocimientos y valores es la Escuela de Activismo Agroecológico y Resistencia Reberde, cuyo eslogan es “por la defensa de las semillas y una vida en dignidad”. Esta escuela autogestionada nació a finales de 2016 apoyada también por el Colectivo Ecológico de Acción y su misión es acercarnos al maravilloso mundo de la semilla y al trabajo en la tierra, partiendo del concepto de autonomía alimentaria. La soberanía alimentaria, que se basa en algo que te da el estado, al sustituirlo por el concepto de autonomía no queda duda de que la alimentación es algo inherente al ser humano, “si no tenemos para sembrar y para comer nuestras propias semillas, nuestra propia dignidad ya no existirá.”
Además, en este largo y arduo camino como guardadora de semillas, Patricia ha aprendido la necesidad de transmitir que somos responsables de este proceso, ¡y tú también desde el momento en que estas leyendo este texto! Cada una tenemos la responsabilidad de hacer lo mejor para el planeta con las herramientas que tengamos disponibles, sin esperar que sean agentes externos quienes lo hagan por nosotras. Estas ideas y esta visión le hizo encontrarse con su faceta más luchadora y rebelde, formándose e informándose de leyes que no favorecen el cuidado del planeta. Así, empezó a tomar conciencia de su poder activista para informar al mundo rural de los peligros a los que se enfrentan. Y así, como el propio flujo natural de la tierra, entró como expositora en la Cámara de Diputados y en el Senado, participando en diferentes comisiones vinculadas a la defensa de la semilla, la autonomía alimentaria y en oposición al tratado de libre comercio TPP11.
Algunas de las participantes del club, como Hilda, quedaron maravilladas de lo que escuchaban sobre la trayectoria de Patricia “Todo el testimonio de Patricia es maravilloso […] es como un bálsamo para mi corazón. […] Todos los dolores que esto te ha provocado serán sanados porque la naturaleza te va devolviendo y te va sanando todo lo que ha pasado […]. Estuve leyendo el testimonio de tu vida y realmente te expreso mi mayor admiración y mi mayor cariño”. Si de algo hemos sido testigos el año pasado, es de la importancia de volver a reconectarnos con la tierra y con la sociedad que nos rodea, lo que ha quedado de manifiesto en el resurgimiento de las ollas comunitarias y los huertos comunes. Cada vez más personas estamos involucradas en el deseo de proteger nuestro planeta y conservar la naturaleza que nos rodea. Es necesario replantearse cómo podemos seguir en este camino y cómo podemos recuperar la conexión espiritual de nuestros ancestros con la tierra. Para finalizar la sesión, le preguntamos a Patricia cómo se imaginaba el futuro o los retos que esto plantea, su voz afirmó entonces de manera optimista “para atrás ni para tomar vuelo. […], el cambio empieza por ti. […] Si nosotros reconocemos a la tierra como ser vivo, como está en otras constituciones, vamos a poder lograr avanzar, por poquito que sea, en este respeto que debemos tenerle a ella”.
Bibliografía
Guardianas de Semillas: Un ejemplo de lucha contra la desertificación. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile. Santiago, Chile, 2016.
Este artículo forma parte del Club de Plantas del CCESantiago, un espacio de encuentro y conversación mensual donde nos juntamos desde nuestras casas a compartir saberes e inquietudes en torno al mundo vegetal.
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